El
abordaje inicial de la hiperprolactinemia debe incluir el descarte de las
causas fisiológicas (embarazo, lactancia, ejercicio, estrés, actividad sexual,
sueño) y farmacológicas antes de continuar con una investigación más profunda.
De la misma manera deben buscarse cuidadosamente estigmas clínicos de otras
enfermedades endocrinas generales que se acompañan de hiperprolactinemia.
Posterior a la historia y el examen físico se hará la determinación de
prolactina. Cuanto mayor sea el aumento del
nivel mayor será la probabilidad de un
prolactinoma subyacente. Un nivel de 50 ng/ml indica un microadenoma secretor
en alrededor del 25% de los pacientes; un nivel de 100 ng/ml se asocia con el
diagnóstico de un macroadenoma en el 50% de los casos, y un nivel de más de 200
ng/ml corresponde a un macroprolactinoma prácticamente la totalidad de los
pacientes sintomáticos. Finalmente, los estudios por imágenes (TAC y RMN), nos
demostrarán el hallazgo tumoral. La transformación
de un microadenoma en macroadenoma es rara y la evolución natural de los
microadenomas es estable y benigna. En casos raros, algunos prolactinomas
aumentan de tamaño en forma progresiva. Parece que la evolución natural de los
microadenomas consiste en la progresión a un tumor más grande en menos del 5%
de los casos. En
cuanto al tratamiento, como la mayoría de los prolactinomas tienen receptores
de dopamina, podemos iniciar tratamiento con medicamentos agonistas de
dopamina, logrando disminuir los niveles séricos de prolactina hasta un rango
normal en el 80% de los casos aproximadamente así como el tamaño tumoral en
forma similar. La efectividad de estos medicamentos es excelente, pero
existe la mayor experiencia acumulada con el uso de bromocriptina y cabergolina,
especialmente con la cabergolina en los últimos años por su cómoda posología.